Este texto está dedicado a todos mis compañeros del Grupo Alimentario Citrus, incluidos proveedores, transportistas y clientes.

Es hora de decir adiós, de guardar los bolis en el cajón y las anécdotas en el bolsillo.

Es hora de devolver el móvil, el cariño y el ordenador.

Es hora de encontrar compañeros comprometidos que adopten a mis cactus y los críen con valores, ética y un poco de agua.

Es hora de respirar y hacer balance de la experiencia, que once años dan para muchas lechuguitas calculadas, plantadas, peleadas… reídas a carcajadas.

Es hora de llorar un mar de lágrimas en la despedida, porque las etapas hay que cerrarlas por todo lo alto, con todos sus sentimientos.

Es hora de dejar de ser la veterana para pasar a ser la nueva.

Es hora de decir adiós para volver a decir ¡Hola! pero sobre todo, es hora de DAR LAS GRACIAS.

GRACIAS por lo que no se ve.

La vida la vivimos 24h al día y cada una de esas horas está enlazada con la anterior y la siguiente. Mi vida es un todo, no sé vivir varias vidas: la profesional, la personal, la familiar… sólo sé vivir una vida, la mía, la que lo contiene todo, y durante mi paso por GAC, en mi vida han pasado cosas maravillosas que hoy quiero compartir con vosotros, porque también sois parte intrínseca de ellas.

Así que GRACIAS por mi vida, más allá del trabajo.

¿Sabías qué…?

Firmé el contrato de GAC y el de la compra de mi casa con escasos días de diferencia. Podría decir que vivo en una casa construida en parte a base de lechugas.

Al de unos meses de estar en Verdifresh decidí que ya era hora de un cambio de look, y un lunes aparecí con el pelo largo totalmente teñido de azul eléctrico (ojo que eso era el año 2008, no el 2018). La cara de mis compis y jefes al verme la primera vez no tenía precio, pero la de los paisanos de las fincas que teníamos en Olmillos (localidad de Soria con 49 habitantes)… eso sí que era un poema 🙂

Casi todas las Nocheviejas las he pasado en León con la familia, y casi todos los 31 he estado colgada al teléfono por trabajo hasta las tantas, hasta el punto en alguna ocasión, de tener a todos esperando en la mesa para empezar a cenar, y recuerdo que la abuelita me decía: “Pero bueno hija… si ahora son fechas de comer bien de pescado y cordero, deja ya la berza para los animales”, yo siempre le daba un abrazo y le respondía lo mismo: “Abuelita, bien sabes tú que las lechugas no entienden de domingo ni fiestas de guardar. Anda, ¿o no trabajabas duro  tú de joven en el pueblo con los animales y el campo?” y después siempre llegaban los recuerdos de cuando era joven.

Madre mía cómo ayuda a relativizar poder escuchar la vida de nuestros abuelos. ¿Creo que mi vida es “dura” o “complicada”? Nada cómo escuchar historias de la Guerra… y la dureza y el hambre de la Postguerra.

Dentro de Verdifresh me hice amiga de Miguel Ángel y gracias a su cambio de trabajo a MAdagascar conocí (y conocimos) Acción Baobab, una ONGD con sede en Cartagena, y la inmensa labor que hacen con los niños en la Casa de los Niños en Antananarivo (la capital de la isla). Aprovechando que ese año yo era “filósofa” en GAC pusimos en marcha una rifa para una cesta de navidad… y año a año, eurito a eurito de cada uno de los trabajadores, les hemos donado 5.000 euros, que se dice rápido, pero es una cantidad de dinero que ayuda muchísimo a organizaciones tan pequeñitas como Acción Baobab,  pero de enorme impacto local. Ojalá de corazón la iniciativa siga manteniéndose por más años en GAC J y ojalá pueda crear y participar en algo parecido en mi nueva etapa.

¿Y sabías que…? La idea de crear este blog, familysupplychain, me vino trabajando, cuando reflexionaba sobre la importancia de las personas y el impacto de la actitud y de tooooda su vida sobre el día a día en el trabajo, hasta en las partes más técnicas, y pensé que era hora de otro cambio de look, pero este mental, y pasé de escribir un minitexto publicado en LinkedIn a tener dos blogs, comenzar con las charlas, clases en escuelas de negocios… qué productivas nos volvemos las personas cuando sabemos lo que queremos conseguir.

Dejo para el final MI PRINCIPAL EXPERIENCIA, así con mayúsculas, que es haberme convertido en MAMÁ.

Ser madre es la experiencia más reveladora, flipante, agotadora, sentimental, provocadora, amorosa, desquiciante, divertida, desafiante y espiritual que he tenido (y casi sin duda tendré) en mi vida. He aprendido tanto y tan intensamente en todos los ámbitos con la maternidad, que a veces pienso que debería hasta cambiarme el nombre de lo distinta que soy.

Recuerdo la intensidad del trabajo y que el ardor no me daba ni un respiro y sólo se me pasaba bebiendo a sorbos leche fría, y los cabreos que cogía cada vez que algún compañero sacaba la lecha de la nevera y la dejaba fuera. También recuerdo no haber necesitado ni un día de baja y salir de cuentas trabajando en la empresa. Si ambos (la empresa y yo) somos flexibles con los horarios y visitas médicas, ambos podemos aprovecharnos de lo mejor de nosotros mismos.

Recuerdo con angustia la vuelta del descanso por maternidad, la ansiedad, el agotamiento y la desesperación porque la niña no comía nada mientras yo estaba en el trabajo y la sensación de culpa por no estar con ella.

Recuerdo somatizar todo ese estrés con un dermografismo tremendo por toda la piel y lo que vino unos meses después… que es uno de los grandes aprendizajes y saltos en mi vida, sobre todo la profesional: “A tres metros de altura sobre las decisiones”. Ahora miro atrás y estoy muy agradecida por haber vivido esa experiencia, pese al coste.

En GAC también he vivido la experiencia de ser mamá trabajadora a través (y junto con) muchas de mis compañeras y alguno de mis compañeros. Ha sido muy largo y complejo el proceso de entender que nosotros mismos somos los mayores ladrones de nuestro tiempo, y necesité un toque de atención para entender que la única que debía autoexigirse sobre el tiempo que dedico a unas cosas u otras en mi vida soy yo, y solo yo.

Ya estaba bien de quejarse sobre “la conciliación en España” y empezar a gestionar de forma responsable y activa mi INTEGRACIÓN de las distintas facetas de mi vida en tiempo y forma. De esta manera comencé mi etapa laboral con una reducción de jornada para el cuidado de mi hija, y la vida (toda ella, pero sobre todo la profesional) se volvió más brillante, intensa, activa y creativa.

Así que GRACIAS por estos once años y pico de experiencias, aprendizajes, dolor, risas, exigencia, amigos, madurez…

Es hora de decir adiós, es verdad, pero me guardo un as en la manga, el comodín del público y la llamada extra, porque yo me voy pero sigo aquí, y espero que tú también.

Con cariño,

Arantza.

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