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Family Supply Chain

Lo que una excel no puede contarte

CUANDO COMPETIR SIGNIFICA GANAR.

Durante los meses de enero a Marzo se celebra la  Liga Autonómica Infantil de Karate en la Comunidad Valenciana. Casi 600 niñas y niños participando en la «Liga menor» (los más mayores cumplirán 13 este año) y muchísimos de ellos retaquillos compitiendo por primera vez.

Para todos aquellos que se inician en el deporte y empiezan a hacer sus pinitos en la competición, es su primera (y más importante) toma de contacto con la competición federada, y para los que llevan más recorrido, la opción de poder acceder al campeonato nacional , así que es una cita de obligado cumplimiento, uno de los hitos  más importantes del año y que moviliza a muchos Clubs y niños.

El día anterior a la 1ª cita, volvíamos a casa mi hija y yo después de su último entrenamiento preparando la competición, y mientras le preguntaba cómo se sentía respeto a la misma me dijo:

“¿Sabes, mamá? Las cuatro cosas que más me gustan de un campeonato son: 1, los nervios y salir delante de todos; 2, animar en piña a todos los del club; 3, ayudar a los pequeños a calentar, cambiarse, darles tranquilidad… y 4, la cena de después todos juntos”

Yo sonreí y pensé: “Aún no lo sabes pero si eso es lo más “chanchi”… da igual lo que pase en el tatami mañana porque tú ya has ganado

Todos los padres de niños y niñas que practican algún tipo de deporte de competición, sobre todo los de desempeño individual, sabemos que salir a competir ya es ganar en cierto modo. La importancia de exponerse desde pequeños a un pabellón lleno de gente, gestionar los nervios, sobreponerse a las dudas, dar lo mejor de sí bajo presión… es oro en cuanto a educación y preparación en todos los aspectos de la vida, incluido (y sobre todo) en la faceta profesional.

Me atrevería a decir que en estos nuevos tiempos, donde la inmediatez del placer está a un click y gestionar la frustración parece tarea difícil, el deporte de competición aporta 2 aspectos más que, hoy por hoy, es casi imposible aprenderlos de otra forma: por un lado la paciencia, constancia y disciplina necesarias para entrenar largas horas durante muchos meses con un objetivo a largo plazo; por otro, el imprescindible aprendizaje que se obtiene al PERDER. Perder una y otra y otra vez y volver a intentarlo una y otra y otra vez.

También creo que hay una nueva faceta a la que no estamos acostumbrados porque nosotros no lo vivimos de jóvenes, que se intensifica a partir de la pre-adolescencia y que el deporte ayuda a combatir: QUITAR TIEMPO A LAS PANTALLAS.

Porque ya no es al contrario, ahora mismo la principal actividad social, relacional, de esparcimiento o relax está detrás de una pantalla, y solo algunos pocos hitos logran que se aparten esas caritas de la luz blanca del móvil, tele, tablet o consola.

Finalmente, competir conlleva también una gran responsabilidad de los progenitores. Competir es una forma de adquirir un montón de conocimientos mientras se ejerza de forma SANA, como un medio para aprender, seguir mejorando, crecer, mejorar…

Y porque los adultos somos en gran medida los que generamos por reflejo el  “Fair play” de los más pequeños, comparto algunas de las indicaciones que envía el Club a los padres, previo a un campeonato.

Además de aspectos operativos del campeonato (lugar, horarios, documentación, equipaciones…) la parte más interesante pone foco en los #VALORES que los #ADULTOS transmitimos y en lo verdaderamente importante de las competiciones en estas edades: #DISFRUTAR.

Transcribo:

Como podéis ver, muchos de nosotros (niños, niñas, coach, padres y madres) ya habíamos “ganado” la competición antes de que se celebrase y es bonito poder disfrutarlo desde esta perspectiva.

Arantza.

AC/DC y LA MOTIVACIÓN EXTRÍNSECA

Mi hija Ela crece y está llegando el momento en el que mi ropa empieza a convertirse en «nuestra» ropa, sobre todo camisetas y sudaderas, por aquello de que en la adolescencia lo mismo se llevan ceñidísimas que supermaxiXL (y en este grupo cabe todo mi armario).

Este verano, la protagonista fue una camiseta de AC/DC, que le entró a Ela por los ojos desde el minuto 1, ya sabes, da igual que ella tenga uns coleción entera de ropa, lo de los demás es como un imán.

Tanto insistía que uno de los días le dije: bueno, si realmente la quieres tanto te propongo un trato: tú cumples las dos condiciones que yo voy a poner, y yo te dejo la camiseta.

Evidentemente podría dejarle la camiseta sin más, pero resulta que (en general) tanto nos cuesta conseguir una cosa, tanto más la apreciamos cuando la tenemos. Como además llevaba unos días pensando en el tema motivacional, la fuerza de la motivación intrínseca pero también el impacto de la – vilipendiada- motivación extrínseca, decidí hacer un experimento casero, ver qué grado de penetración tiene una motivación tan banal como encapricharte de una camiseta de verano.

LAS CONDICIONES: 

1º AC/DC es uno de los grupos de música más importantes de nuestros tiempos y tiene un guitarrista peculiar. ¿quiénes son y qué peculiaridad tiene el guitarrista?

Elige una de sus canciones y apréndete la letra lo suficiente como para coger la botella de agua en modo micro y poder cantarla «a grito pelao» mientras suena a toca caña. (2 semanas de plazo)

EL RESULTADO INMEDIATO:

Para lo 1º San google. Esto me contó Ela: Los hermanos Young, forman el grupo en Australia y efectivamente, lo singular de Angus Young es que sale en sus conciertos vestido de colegial, porque cuando empezó a tocar iba a ensayar directo desde el cole sin cambiarse ni nada. Aquí Ela y yo hicimos algunas risas pensando en que si Angus hubiera llevado el uniforme de Ela de lo feo que es, otro gallo hubiera cantado en la historia del rock. Ela flipó de que el grupo se formara en 1973… y ¡siguieran tocando hoy en día! (en realidad también flipó de que estuvieran vivos)

Para lo 2º: escuchamos sus TOP 5, y eligió Highway to Hell, el clásico de los clásicos, y conociendo a Ela seguro que algo influyó también ver que «a peso», tiene menos cantidad de letra que las otras ( la condición era aprenderse la canción). Por cierto que ahora también sabemos el porqué de esta canción 😉

Dos semanas después… ¿llegó Ela a llevar la camiseta? La respuesta es NO. No se aprendió la letra lo suficiente como para poder cantarla, así que si no hay letra no hay camiseta.

EL RESULTADO A MEDIO Y LARGO PLAZO:

El verano pasó y este jueves de otoño íbamos de camino al cole escuchando esta vez ROCK FM, al Pirata y su banda, y justo coincidimos con una parte del programa que se llama  «Rock a capello», un concurso donde se coloca un audio en el que se ha separado la voz de la música y solo se emite la parte vocal de un fragmento de un clásico del rock. Ela y yo íbamos escuchando la radio de fondo, sin prestarle demasiada atención, pero de repente en el concurso suena esto:

«Livin’ easy
Lovin’ free»

Y como un resorte, antes incluso de que El Pirata preguntara al concursante, suelta Ela: ¡AC/DC, Highway to hell!

Y entonces te das cuenta de que sí, que vale la pena y tiene sentido y que la motivación extrínseca es muy útil. Posiblemente no mueva montañas, eso quizás solo es posible con la intrínseca, pero te lleva hasta un paseíto por la cima. En nuestro caso, conseguir un pedacito de diversidad en el oligopolio reggaetonero.

¿Qué valor es posible sacar de los estímulos externos? con nuestro experimento casero llego a dos conclusiones: sirve para quedarte con la idea, entender un proceso, saber la globalidad (quién es AC/DC, conocer Highway to hell, Thunderstruck…). No sirve para lo que necesita ahondar más y por tanto más esfuerzo (aprenderse la letra).

Ya sé que en la vida Mr Wonderful todos deberíamos movernos por las motivaciones internas, guiados por el camino propio de la mejora y el desarrollo personal, pero la realidad es que para los que somos personas humanas de a pie, la motivación externa mueve gran parte de nuestro día a día. 

Puede que la motivación extrínseca sea el hermano feo de la familia, pero tiene un poder intenso en ciertos momentos, a ver si os suenan alguno de estos ejemplos 😉

1-. La influencia del grupo de amigos y la presión social en la adolescencia.

2-. El  «¿A qué no hay…?» seguido de un «¡Sujétame el cubata!».

Arantza. Family Supply Chain.

MARTÍN (HACHE), LOS TEJADOS Y LOS SILBIDOS

Si no has visto la peli MARTÍN (HACHE), 1997 de Adolfo Aristarain solo puedo decirte que busques un hueco y la disfrutes. Es una de esas pelis hecha a base de unir secuencias que son en sí mismas pequeñas obras de arte.

Os transcribo unos diálogos que han venido a mí 25 años después de verla por primera vez:

HACHE, en su video de despedida a Martín (su padre) y a Dante, justo antes de dejar Madrid y volver a Buenos Aires: «No sé lo que extraño… Los techos, pueden ser los techos, los tejados de las casas son muy feos, cuadrados, blancos… que los hemos puesto como a boleo, como que la gente no le da bola, como que lo desprecia, como si los tejados no fueran parte de la casa. En Madrid los techos son hermosos, hay tejas, hay chimeneas, hay colores… No se puede comparar. Pero a veces extraño los techos de Buenos Aires, es una boludez pero me pasa.«

MARTÍN a Dante: «¿Sabés que extrañaba yo de Buenos Aires? Los silbidos. La gente que anda silbando por la calle. Aquí nadie silba por la calle. Tardé en darme cuenta, tardé unos cuantos meses en darme cuenta. Casi me vuelvo, me entraron ganas de volver, pero pasó.
Era absurdo, no podés volver a un lugar porque querés oír silbar a la gente.»

Yo echo de menos llegar a la oficina y preparar mi taza de café con leche, esos primeros 5 minutos que sirven para reorganizar tu cabeza, saludar y sentir la animación del equipo, el intercambio de 3 palabras sobre las novedades del día a día… Es extraño porque el café no me gusta realmente, no sé distinguir marcas ni calidades, lo tomo casi con más leche que café y además le añado agua caliente y me dura rato y rato, me acompaña durante la mañana hasta quedarse tibio y luego casi frío, tomándomelo a sorbitos y dejándome la taza despistada, y así luego otro más.

Tener el despacho en la planta de fabricación es intenso, divertido, muy productivo y muy cercano al equipo y al día a día, ¡me encanta mi trabajo!, pero estar en una zona blanca tiene sus requisitos (bata, gorro, fuera alhajas, calzado…) y por supuesto, nada de líquidos que no sean agua de las fuentes instaladas.

Sigo tomando los cafés cuando voy a la zona de oficinas y estamos en las reuniones pero… es absurdo, echo de menos ese café que “vive” conmigo mi primera hora de trabajo.

En la era de los tiktoks de 10 segundos aquí os dejo un fragmento de 7 (¡¡¡7!!!) minutos del final de la peli. Tejados y silbidos, a cada uno nos toca la fibra y la nostalgia los detalles más nimios e impensables….

DESPEDIDA DE MARTÍN (HACHE)

Arantza.

UN DÍA CON: THE IMPACT PROJECT

Desde hace mucho tiempo, parte de mis días de vacaciones los dedico a los “#DÍAS #DISFRUTONES”, vamos, cogerte un día libre L´Oréal  (porque yo lo valgo).

Son días ordinarios que se convierten en #extraordinarios: llevar a la nena al cole al horario “normal” en vez de lanzarla del coche en cuanto comienza “la matinera”; pasar la mañana leyendo y viendo la gente estar en la ciudad; comer con una amiga desde el aperitivo, con menú del día de los de L a V y sobremesa de café copa y puro; volver a casa andando sin prisas…

Este viernes tuve uno de esos días disfrutones, gracias a Graziela Conci y Ana Carrau Mínguez, que les dio por invitarme al encuentro presencial de #ELCLUB, y de repente creamos un viernes extraordinario.

➡ Lo objetivo: pasamos una mañana en un entorno natural asombroso al pie de la Albufera (Club Deportivo Empresarial Alcatí); disfrutamos de un catering que iba desde el café ☕ a la fruta 🍉 , pasando por el protector solar 😎 , el #paipai y el repelente de insectos 🐜 (mimos hasta en los detallas más nimios); nos contaron su experiencia Remedios Cervantes (Miss España, modelo, actriz, empresaria…) y Elisa Valero (Empresaria y CEO de Economía 3) y trabajamos introspectivamente las emociones mal llamadas negativas.

➡ Lo subjetivo: Decido (muy) conscientemente pasar un día siendo solo yo y lo mejor de mí que está por llegar pero empieza a construirse hoy. Dejo en el maletero del coche 🏎 todas las capas de protección y entro en la jornada a pecho descubierto y calzón sacado. A que me cale lo que sea que vaya a pasar. Lo hago desde el minuto 1️⃣ que llego y saludo a las personas que coinciden conmigo, con cariño, curiosidad y ganas reales de conocerlas. Lo mejor: descubro que las demás están con la misma predisposición y energía de #buen#rollo. Fuera el buenismo y la pose, dentro lo natural y auténtico.

Disfrutonas total: con los sentidos abiertos y esa energía que se crea en los espacios donde hay #CONFIANZA. Y como hay confianza… las invitadas fueron 🔝🔝🔝 en cuanto a compartir experiencias desde la honestidad, el cariño y la aceptación de las dudas y los errores.

¿Sabes esa sensación de acompañamiento y tranquilidad de cuando estás así asá por lo que sea y alguien a quien quieres y te quiere te apoya la mano y no hace falta más y ya das el paso que te costaba? Pues #TIP es lo mismo pero a nivel mental y profesional y sin necesitar estar “así asá”.

Un día #VOLTERETA de colores y lo mejor, todos los que quedan por delante 😉

Besos y/o abrazos según corresponda mujeres TheImpactProject.es

PD: El Club abre plazas en Septiembre: shhhhhhh!

https://theimpactproject.club/

Arantza.

A TODOS MIS JÚNIORS

GRACIAS

Os recuerdo. A todos.

Recuerdo los principios, la ilusión, las ganas, cómo asimilabais la entrada, la forma de encajar, de ver las rutinas y cómo amoldabais el carácter para ser uno más.

Recuerdo a los que adoptasteis los cactus y han visto mundo con vosotros, a los que pasasteis sin pena ni gloria, a los que os habéis convertido en amigos, a los que no teníais claro el futuro pero supisteis que donde estábamos NO era el lugar, a los que será increíble trabajar para vosotros, a los que os cuestionasteis el sistema y a los que no veíais vuestro espectacular potencial.

Recuerdo los momentos duros, cuando os visteis desbordados, cuando todo parecía una m*erda, cuando la tensión era demasiado, cuando parecía que nada salía bien, cuando las lágrimas afloraban de frustración, rabia y cansancio.

También, y sobre todo, recuerdo las risas, la complicidad, las horas intempestivas hasta que conseguíamos eso por lo que llevábamos tiempo currando a saco, los ataques de risa, las Arantzadas compartidas, el orgullo del trabajo bien hecho, el sentimiento de pertenencia, las anécdotas, los viajes parados en una cuneta para sacar el ordenador y apagar fuegos, las charlas, las comidas, cenas y cervezas.

Pienso en la gran suerte que he tenido por haber podido compartir con vosotros momentos vitales de vuestra vida, por dejarme formar parte de ella, y os puedo asegurar que me siento feliz y orgullosa de vuestros logros: los profesionales (que muy bien porque sois cracks) y sobre todo los personales. Los celebro como si fueran míos, sois una parte de mí.

Debéis saberlo, yo me llevo aprendidas muchísimas lecciones valiosas con cada uno: recordar ver con la mirada nueva, cuestionarme el status quo, enfocar desde otro prisma, usar la curiosidad, nuevas fórmulas con el Excel…

Os quiero pedir perdón, porque sé que os podía haber dado más, explicado más, compartido más, muchas veces fui laxa, otras cargué demasiada responsabilidad… yo también tengo mucho que aprender 😊. También debéis saber que en muchas ocasiones peleé por vosotros con uñas y dientes, por vuestros salarios, vuestras condiciones y las ampliaciones de contratos. A veces salió bien, otras no, y muchas tuve que tragarme un “no” y además defenderlo ante vosotros.

Os quiero recordar los únicos consejos que (yo creo) merecen la pena a nivel laboral:

               1-. En un e-mail solo hay tres cosas importantes:

Buenos días/ buenas tardes,

Por favor….

… Gracias.

Y el mejor e-mail es el que no se tiene que enviar.

               2-. Cualquier crítica en el trabajo es al puesto que desempeñas. Tú no eres tu trabajo. Separa.

               3-. Como decía mi abuelita: “Tranquila cariño, esto también pasará”. Perspectiva.

De nuevo, GRACIAS: Por la diferencia de edad, por la diferencia de opinión, por la diferencia de estudios, por la diferencia de entender la vida, por la diferencia de valores. Por las mismas risas.

Arantza, la que siempre es júnior.

NO ES LO MISMO MATAR UN POLLO QUE UN CONEJO

Como cada mañana, Íbamos de camino al cole Ela y yo en nuestro Mazda Rojo y en la radio comenzó a sonar Bad Romance de Lady Gaga. Ela me pregunta: “Mamá, ¿te gusta Lady Gaga? A mí pachín pachán”. Y yo le respondo: “Pues no, pero sí”.

  • Ppfffff mamá, ¿eso es que te gusta o no te gusta?.
  • Mira, “pues no” porque como cantante sus canciones no me van mucho, su voz y su tono me resultan algo agresivos. Ahora va la parte del “pero sí”: su personalidad me gusta muchísimo. Me gusta su actitud, me gustan las personas que hacen cosas diferentes, que prueban cosas distintas, aunque el resultado de esas pruebas tampoco me guste.
  • No me aclaro, solo conoces lo que ella hace y eso no te gusta, pero ella sí te gusta.

Poder hablar con Ela de diversidad en todas sus formas posibles es mi cuña educativa favorita de madre coñazo. En un mundo anodino y políticamente correcto donde todos somos tan únicos como feisbuc o tictoc decidan que seamos, mola cualquier elemento diferente, extraño, raro y fuera de lo común.

  • Tal cual, la verdad. Es muy importante probar cosas nuevas, jugar a ser diferente, porque si no, siempre tendríamos todos lo mismo todo el rato. ¿Sabes que Lady Gaga apareció un día con un vestido de filetes de carne cruda?
  • Puaaaaag, ¡¡qué asco!!

¡Bien! Cualquier reacción es buena ante una expresión artística, incluso un “puag”, porque significa que no es indiferente y solo con eso el arte ya ha cumplido una de sus funciones principales que es generar sentimientos.

  • No sé si además de llevarla puesta luego se la tuvo que comer, jajajaja. El caso es que hay que probar cosas nuevas siempre y a veces te gustan y a veces no. Imagínate con la comida, si no probaras cosas… nos perderíamos comidas increíbles de un montón de lugares diferentes. La mayoría nos encantan y es cierto que otras no tanto. A mí no me gusta ni las manitas, ni las ostras ni las natillas, aunque es más un tema de textura que de sabor…
  • A mí me encanta la comida italiana, y la japonesa, y la mejicana, y la tailandesa y los garbanzos y las lentejas… ¡¡y el queso!!
  • Es que eres una ratona, jajajaja.
  • No me gusta el conejo.

Aquí entramos en un punto candente… esta vez para Ela.

  • ¿Por qué no? Comes pollo y vaca y cerdo y pavo y oveja… el conejo es lo mismo.
  • Porque no mamá, que no como conejitos.

Tengo una correa corta para los argumentos “porque no/porque sí”, me parecen vagos y no en el sentido de poco preciso, sino en el sentido de holgazán, de currarte muy poco las cosas.

  • No “porque no” no es ningún motivo, no vale. Sabes que muchos animales se crían y se matan para poder luego comerlos. Sabes que esto es así aunque no los matemos nosotras directamente. Es importante saberlo y no engañarse:  Pollos, conejos, vacas… y están muy ricos (guiño)
  • Ya sé que es así, ¡pero no es lo mismo! No es lo mismo matar un pollo que hay un montón y para eso están, que querer matar un dulce conejito blanco y blandito que es una mascota. Pobre conejito…

En este punto yo tenía clarísimo que Ela no iba a cambiar de opinión aunque la encerrara 20 horas en el coche hablando del tema. Para ella, los conejitos eran intocables y todo lo racional se queda en un lado muy pequeño del cerebro cuando choca con un ideal, con una creencia.

De forma paralela  yo no podía dejar de pensar que en multitud de ocasiones profesionales nos encontramos a muchas Elas que tienen claro que no se van a comer al animalillo, por muchas y muy buenas razones objetivas que les demos para hacerlo. Todos tenemos ciertas creencias (o formas de hacer las cosas) muy arraigadas y es muy difícil cambiarlas, porque además, estamos convencidos de que las nuestras son las correctas.

Sobre todo a nivel laboral, cuando se encomienda una función a alguien y este trabajo choca con alguna de estas creencias, la cosa va a pintar mal: es enfrentar razonamientos objetivos con creencias que muchas veces asumimos como verdades universales. Por mucho que lo pienso, no sé cómo mejorar ese aspecto. Solo se me ocurre tenerlo muy en cuenta como posible causa cuando, ante un nuevo proyecto,  nos encontramos con un colaborador que de repente ejerce resistencia pasiva, solo ve puntos negativos o incluso genera ciertas reacciones cercanas al boicot.

  • Jajajaja, ¡Ela! Esa es una razón muy muy parcial, ni todos los pollos son así (acuérdate de los dos pollitos que criamos), ni todos los conejitos son como de cuento de hadas. Además, da igual que el conejo sea blanco si te lo comes sin piel, jajajaja.

Ela calló un minuto mirándome con esa cara suya de “me estás tocando las narices y no pienso comer conejo digas lo que digas”, y de repente de forma natural cambió su esquema. Pasó de intentar convencerme con un RAZONAMIENTO OBJETIVO, mostrando argumentos que se pueden rebatir (y en este caso eran flojos, con lo que ella intuía que no lo iba a conseguir) a hablar de SENSACIONES SUBJETIVAS:

  • Pues ¿sabes qué? Que es porque no me gusta el sabor. Yo lo he probado y varias veces y no me gusta y cada uno sabemos qué nos gusta y qué no nos gusta y a mí no me gusta y punto pelota. No como conejitos porque no me gusta el sabor. Que no me los como.

¡Buena chica! No se puede rebatir racionalmente lo que una persona siente, es algo personal y subjetivo.

  • Jajajajajaja, vale, ahora me has dado tu opinión. Si lo has probado (y podemos decir que eres una probadora “experta” porque pruebas muchas comidas diferentes) y dices que no te gusta, pues de acuerdo por el momento. Porque ya sabes que las personas cambiamos y nuestros gustos cambian, así que te lo compro… de momento.
  • Mejor porque no pienso cambiar de opinión nuuuuuuuunca, y sé que vas a intentar que me lo coma sin decirme que es conejito, ¡que te conozco mamá! Oye, ¿me enseñas el vestido de Lady Gaga?

De toda la conversación realmente no sé cuánto hizo poso y cuanto se le olvidó nada más abrir la puerta del coche para ir al cole, quiero pensar que es como la lluvia fina, que al final cala, aunque a veces no lo tengo muy claro porque mientras salía del coche la conversación terminó así:

  • Mamá, ahora que estamos hablando de animales y hacer las cosas diferentes… ¿podemos adoptar un conejito de mascota?

La guinda del pastel es que casi ninguno de nosotros somos capaces de reconocer nuestros propios sesgos y asumir que, a la hora de la verdad, es lo mismo matar un pollo que un conejo.

Arantza.

PD: el dibujo es de mi compi Enrique Navarro. ¡¡Gracias!!

UNA MALETA LLENA DE SUEÑOS

Cada noche que voy a arropar a Ela, además de mil besos y abrazos, ella me pregunta con qué soñar.

Me resulta gracioso porque imaginar cosas «nuevas» me cuesta muchísimo, ella tiene buena memoria y esto es… casi cada noche, jajajajaja. Ela no sabe el esfuerzo que me cuesta poder pensar en qué soñar así que es libre de pedir y solo yo sé la felicidad y el amor tan grande que me genera esa pequeña rutina.

A veces le gusta mi sugerencia, a veces con matices, a veces ni siquiera a la tercera.

El caso es que Ela se va de excursión dos días con el cole (¡por fin normalidad también en lo lúdico!) y es importante para ella entre otras cosas porque lo de dormir fuera… pues pachín pachán. Finalmente las ganas han podido al miedo (¡bien por Ela!) aunque pensar en el momento de dormir le angustiaba.

– Mamá, no estaréis para arroparme.

– Puedes abrazar a Perrín y a Tito y que ellos te den los besos por nosotros.

– Pero con los nervios ¡no sabré con qué soñar!

– Sí que lo sabrás cielo, no obstante, vamos a meter unos cuantos sueños en la maleta.

Aunque la inercia de nuestra rutina dice que una noche = un sueño, ya te he contado que a veces le gusta mi sugerencia, a veces con matices y a veces ni… así que triple ración y un «post Data» clásico final (ese nunca está de más):

Idea para Soñar, 1 de 3.
Idea para Soñar, 2 de 3.
Idea para Soñar, 3 de 3

Sinceramente creo que Ela seguirá pasando nervios durante esta noche fuera de casa. Los miedos nunca se desvanecen de la noche a la mañana ni por arte de magia (ni aun en sueños), sin embargo ella lo ha conseguido, ya se ha pasado la pantalla y ha subido al siguiente nivel: «Hazlo, y si tienes miedo, hazlo con miedo».

Sinceramente también, pienso que esa sensación de tener miedo a ciertas acciones, esos anclajes que nos unen a ciertas conductas y ese «noséqué que quéséyo» no nos abandona nunca, solo cambia de forma y es parte de nuestra evolución. Claro que cuantos más años cumplimos, tenemos más escusas rebuscadas y más sinónimos y justificaciones para quedarnos tranquilos y no hacer mucho más.

Aunque de vez en cuando hay que lanzarse, y a veces solo hay que encontrar la tecla adecuada, esa pequeña ayuda que nos de la mínima confianza necesaria para pasar de pantalla. La recompensa es ingente.

Estoy convencida que cada uno de nosotros tiene un pequeño Dumbo esperando su pluma particular a la que agarrarse para poder levar anclas y caminar y volar y soñar y estoy convencida que la gran mayoría de veces tenemos cerca a una persona de confianza guardándola para nosotros. Alguien de nuestra familia, de nuestros amigos y (muchas más veces de las que creemos) una persona del trabajo que nos inspira.

Por cierto, como mandan los cánones dejo para el final el «Post Data» (lo que de verdad importa):

Post Data 1 de 1.

Arantza (mamá de Ela y selectora de sueños a petición)

PEQUEÑAS FRIQUICOSAS QUE ME HACEN FELIZ

En serio, cada una de estas cosas hace que piense: «¡qué guay!» y (literalmente) se me escapa una gran sonrisa y mi día es (significativamente) mejor.

– 🥄 Sacar a la primera del cajón una de mis dos cucharillas preferidas para tomar el primer café del día.
– 🍶 Terminar un brick de leche justo con la cantidad de leche necesaria para ese momento, ni que sobre una miaja ni que sea necesario abrir uno nuevo.
– 🎶 Conducir y que pongan en la radio una de mis canciones favoritas, de esas que ya no están de moda.
– 🚦 Empalmar en verde los semáforos de debajo de casa, incluido el del cambio de sentido.
– ©️ Entrar en una de las salas de envasado y ver godets (las piezas que transportan las botellas en la máquina) de colores alegres.
– 🤦🏻‍♀️ Acordarme justo en el momento en el que voy encender el coche de que me he olvidado el ordenador en casa, y poder volver a recogerlo empleando solo unos minutos (y no cuenta como «me he vuelto a olvidar blablablá…»)
– 🏆Encestar la bola de papel en la papelera.
– ☕ Llegar al departamento Técnico y que tengan todo lo necesario para que pueda robarles un café de los que a mí me gustan (incluida mi taza que no sabía dónde estaba, y una galleta).
– ℹ️ Encontrar alguna de mis cosas que están en ese limbo espacio-tiempo en el que sé que no están perdidas, pero no sé dónde están.
– 📖 Acertar la página del libro a la primera cuando se me cae el marcapáginas.
– 🖋️ Escribir con rotulador verde en la TOP 20.
– 👌 Ir a llamar al ascensor y que ya esté en mi planta.
– 🎯 Que la producción del día sea un número capicúa.
– 🚪 Que alguien abra la puerta por el otro lado justo cuando yo iba a abrirla, dando la sensación de que adivinaba que llegaba y me esperaba.
– 🚘 Ver un sitio para aparcar justo en la puerta de la fábrica, a pesar de que yo siempre aparco en un parque a dos manzanas de distancia, porque pienso en la alegría que se va a llevar uno de mis compañeros cuando vea el sitio y aparque en la puerta.
– 😎 Ganar a piedra papel y tijera y librarme de recoger la mesa.

La mayoría de mis amigos se parten de risa cuando cuento alguna que viene a colación, aunque espero que ellos también tengan sus #friquicosas porque la verdad, el poder sonreir desde el minuto 10 mola muuuuuucho.
(los minutos del 1 al 9 son para entender por qué estrafalario motivo he hecho caso al despertador y estoy en pie en vez de durmiendo).

Arantza.

400.000 km

Y un poco más son los kilómetros de mi coche ahora mismo.

Hace un tiempo (cuando íbamos por trescientos y muchos mil) hablábamos de la importancia de las apariencias y la presencia en el trabajo. Que en teoría podemos opinar y vestir y actuar como nos venga en gana pero que también tenemos muchos prejuicios y costumbres muy arraigadas, y en ciertos puestos, se esperan ciertos comportamientos y una cierta uniformidad.

Alguien comentó que, por ejemplo, mi coche no era “aparentemente adecuado” para mi cargo. A mí me sorprendió, entiendo hasta cierto punto el tema de la indumentaria e intento estar dentro de ese estándar , pero ¿el coche también?

Quizás sí, visto desde fuera el coche es una carreta: un Mazda 3 con 17 años y 400.000 km. Aún así, yo quiero compartir qué significa para mí.

Recuerdo el día que lo fuimos a comprar de 2ª mano y en Barcelona, vimos el anuncio un viernes por la noche y apalabramos ir a por él al día siguiente. Qué risas para conseguir sacar todo el dinero en cajeros en unas horas.

Vivendo en Valencia, con familia en Bilbao, y León, hemos recorrido (más de una y más de 10 veces) media España en un fin de semana.

Con él he hecho varios viajes a la Castilla profunda, una mujer en un coche rojo, con el pelo de azul, para lidiar con un montón de cuadrillas de temporeros en pueblos de una calle. Sé que a esos pueblos les di más vidilla que el “Hola!” y el “Sálvame” juntos.

El pobre tiene 3 rojos sutilmente diferentes, de cuando el idiota ese no miraba y nos piñó en la rotonda, o cuando una petarda con el móvil nos arreó por detrás y también cuando se me movía la columna de mi garaje y le dio por atacarnos por todo el lateral.

Con él he descubierto que cuando el panel de control dice que quedan 0 km de combustible, en realidad quedan por lo menos 15 km y un poco más si (afortunadamente) la gasolinera está al final de la cuesta abajo.

(Un poquito antes de cumplir los 400 mil)

Meter el carrito de mi hija por primera vez fue desesperante y montar la sillita… algo que diez años después aún no entiendo cómo se ha conseguido hacer. El que no haya escuchado un millón de veces el cantajuegos, pocoyó o a pepa pig no se ha ganado un pedacito de cielo.

Ha vivido conmigo cada ida y venida a muchos de mis trabajos, con el volumen de la radio a tope y oyéndome cantar a grito pelao la mayoría de las canciones (no te quiero ni contar desde que he conectado Spotify y me paso el viaje con la misma canción en modo “repeat”)

También ha vivido esas situaciones en las que no sabes muy bien cómo ni por qué pero una cosa lleva a la otra… y sois 10 dentro y que nos quiten lo bailao.

Mi coche no avisa con pi pi pi pis ni po po po pos ni mantiene sostenida la velocidad, no te asiste al aparcar ni te avisa amablemente de que entras en reserva, solo sigue teniendo esos amortiguadores que hacen tan fiable su comportamiento en curvas;  esa forma exacta de transmitir a la rueda cualquier variación del volante; sigue saliendo aire caliente cuando hace frío y aire frío cuando hace calor y sí, cuando aparco, me ayuda a estar fina de oído y a saber lo que son 20 cm… con precisión.

Realmente puede que sea verdad que mi coche no es aparentemente adecuado para mi cargo, pero pensándolo bien… estoy convencida de que dentro de “ese mundo” yo tampoco soy aparentemente adecuada para ningún cargo, y mola 🙂

Arantza.

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