Esta conversación la oí la semana pasada (08/Sept) en el vestuario del gimnasio. Sus protagonistas son dos mujeres de unos 40/45 años.
– … pues las vacaciones fatal, ingresaron a mi hermana por (…) y ha estado una semana entera en el hospital, estoy agotada de pasar allí casi todas las noches
– Pero no tenía hijos ya mayores?
– Sí, el pequeño tiene 16 y el mayor 21, están de vacaciones, que aún no han empezado el curso, y bien, el mayor hasta se quedó un día, pero ya sabes cómo son los chicos, no se iba a quedar todos los días… así que llevo toda la semana en el hospital, total que menos mal que ya ha salido… y blablablá…
Yo no daba crédito… un chaval de 21 años… ¡¡21!! Con oídos para escuchar a su madre y al personal, manos para acercarle el agua, ojos para ver qué pasa… y no puede quedarse en el hospital porque… Es un chico… «y ya sabes cómo son los chicos»… ¡¡¡¡!!!!!
Lo escuché con tanta naturalidad, tan asimilado, en un entorno totalmente distendido, tan “normal”… que a veces me planteo si no soy yo la paranoica al reaccionar como si me clavaran cristales en los oídos, y entonces pienso:
¿Y SI EL HIJO HUBIERA SIDO UNA HIJA?
¿Cómo se hubiera desarrollado la conversación si su hija sólo se hubiera quedado un día en el hospital?
Y lo primero que me viene a la cabeza para responder a esas preguntas… es una respuesta que suena a muchísimo trabajo todavía por hacer.
Arantza Bárcena. The family supply chain.
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